Por más que nos cueste aceptarlo, nos hemos equivocado, y hemos visto a otros equivocarse. Al final del día somos seres humanos. Lo que no queremos es que sea en vano: nos tropezamos con una piedra para que tú no te tengas que tropezar.
En este artículo te compartimos siete caídas, nuestras o de alguien cercano, que nos han dejado lecciones invaluables que aplicamos todos los días al originar nuevos negocios inmobiliarios.
1. No es para ti, pero sí es tuyo
Ya lo hemos dicho anteriormente: diseñar un producto como si fuera para ti es un error, porque seguramente tus necesidades no van a ser las mismas que las de tu mercado.
Pero un error igual de importante es caer en el efecto “Total…”, es decir, “Total, no es para mí, le ponemos acabados chafones que se van a desintegrar al año de uso.” o “Total, ¿qué es medio metro menos en los pasillos? Ni cuenta se van a dar…”
Diseña productos y proyectos que puedas presumir que son tuyos. Y qué mejor si en el camino le dejas algo de tu personalidad, tus gustos o tus valores.
2. El producto estrella no hace al negocio
Ojalá nuestros proyectos pudieran estar compuestos en su totalidad por esa tipología de departamento o local que sabemos que se va a vender como pan caliente.
Sin embargo, generalmente ese prototipo no es el que nos deja la mayor utilidad. ¿De qué sirve crear un producto “estrella” si no nos deja utilidad? ¿Para qué hago un producto que se va a vender en seis meses, si me voy a tardar uno o dos años en construirlo?
El gran reto en el diseño de producto es crear el balance perfecto entre el producto estrella y aquellos que nos darán el mejor rendimiento, con la menor inversión inicial y en el menor tiempo posible.
3. Un mes de retraso en planeación te puede ahorrar un año en la ejecución
Caso no-tan-hipotético: el equipo desarrollador se da cuenta que una de las tipologías que les diseñó el arquitecto no cumple con los estándares de calidad. Piensa en columnas en medio de un espacio, recámaras de 2 metros de ancho… Cosas así.
¿Retrasarías toda la planeación el tiempo necesario para corregirla, o arrancarías ya con la construcción porque ya tienes los permisos y los contratos hechos?
Sobra decir que esa tipología sigue en el inventario del desarrollador a más de un año de que terminó la construcción.
4. Tu miedo será inversamente proporcional a tu utilidad
El miedo es canijo, porque muchas veces lo confundimos con cautela. La cautela es necesaria, pero se tranquiliza con información. El miedo es lo que convierte a la oportunidad en un “hubiera”.
El miedo te puede hacer vender barato, aunque el estudio te confirme que puedes aumentar el precio.
Por miedo puedes caer en crear un proyecto austero para hacerlo más accesible, sacrificando la calidad.
Y para cuando te das cuenta que pudiste haber vendido más caro, o que pudiste haber puesto los acabados que tú querías, ya es demasiado tarde.
5. No puedes generar demanda con arquitectura
Todos queremos hacer un proyecto icónico, y por eso contratamos arquitectos reconocidos.
La realidad es que un proyecto chingón necesariamente debe tener detrás a un cliente chingón. ¿Por qué? Porque entre todas las virtudes de un arquitecto no se encuentra la de definir el producto.
De nada sirve tener la arquitectura perfecta si está perfectamente desalineada al mercado. El cliente es quien tiene que darle esta dirección al arquitecto, de preferencia con información y datos que le permitan validar la demanda insatisfecha de la zona.
6. No les vas a enseñar a vivir
El negocio inmobiliario es muy noble, pero también implica una gran responsabilidad social: somos los que le damos forma a la ciudad con cada proyecto que construimos.
No somos colonizadores ni evangelizadores. Nuestra responsabilidad es mejorar la calidad de vida de nuestros usuarios, honrando sus costumbres y su estilo de vida.
Al cliente no le va a importar si el cajón tándem es más eficiente. Si no están acostumbrados a estacionarse así, tu proyecto no los va a hacer cambiar de opinión.
Que no se te olvide que quienes viven y usan tus proyectos son seres humanos con personalidades, gustos y tradiciones particulares. Tus proyectos se deben adaptar a ellos, no al revés.
7. Que no se te olvide que lo tienes que vender (y luego cobrar)
Puedes tener el mejor producto, en la mejor ubicación, incluso con los precios más bajos del mercado.
Pero si no defines y corroboras tu estrategia de ventas se te puede venir abajo el negocio. Llámese: porcentajes de enganche, planes de pagos, estructura legal…
El peor error que puedes hacer en esta etapa es asumir, por ejemplo:
- Asumir que todos te van a pagar hasta el 50% de enganche
- Asumir que no les va a importar estar en un fideicomiso en lugar de tener escrituras individuales
No dejes al último ni en manos equivocadas tu estrategia comercial, porque es igual de importante que la definición de producto y la estructuración financiera de tu negocio.
Nuestra misión es crear negocios inmobiliarios responsables con tu chequera y con la ciudad. Nuestra motivación es lograr lo que otros dicen que es “imposible”. Si tienes un terreno o un proyecto y estás interesado en nuestro servicio de Originación de Negocios Inmobiliarios, contáctanos. Nos encantará trabajar juntos para maximizar el valor de tu patrimonio.