Estamos viviendo la extinción de una “especie” que ya desde hace años estaba destinada a morir.

La pandemia no hizo más que acelerar un cambio drástico en los centros comerciales como los conocemos. Esas naves gigantes, climatizadas y con iluminación artificial, con pisos resbalosos y los mismos olores en cada una de sus sucursales, están viviendo sus últimos días.

El confort que ofrecían, tan atractivo en los noventas, ya no es suficiente para mantener el tráfico que vieron en sus días de gloria. La falta de una experiencia ahora tiene más peso que el aire acondicionado.


EL NUEVO CENTRO COMERCIAL

Hoy nos hemos dado cuenta del gran valor de un distrito comercial al aire libre, con una esencia más auténtica de la zona. El acto de comprar se acerca cada vez más al entretenimiento, y se aleja de la mera satisfacción de una necesidad material. Y quien entendió esto, lo hizo muy bien.

TIENDAS DE EXPERIENCIA

Para quienes entendemos los patrones de consumo no fue una sorpresa que tiendas como Apple, Samsung y Microsoft hayan sido las únicas que no bajaron sus ventas por metro cuadrado.

Y no es porque la gente esté comprando más electrónicos que antes. Tenemos el caso de Best Buy, que quebró por ser una tienda de malas experiencias (¿a quién le gusta comprar en una bodega llena de televisiones prendidas y música a todo volumen?).

La razón por la que estas tiendas han tenido tanto éxito es porque son tiendas de experiencia. A los humanos nos gusta experimentar, y preferimos probar físicamente un producto antes de comprarlo. No nos importa tanto que nos llegue a nuestra casa al día siguiente, mientras hayamos tenido la oportunidad de picotear los botones y asegurarnos de que cabe en nuestra bolsa. 

Lo mismo sucede con otros giros como los gimnasios y el entretenimiento infantil. Los centros comerciales que cuenten con espacios diferenciados por medio de experiencias serán los ganadores en este juego.


EL PELIGRO DE REPLICAR TENDENCIAS

El gran problema de muchos es que pretenden analizar los espacios existentes y decir: “a este centro comercial le funcionó; eso quiere decir que a mí también me va a funcionar.” 

Desafortunadamente el mercado no funciona así. No existe la fórmula mágica; no hay recetas para el éxito. La única manera de diseñar un proyecto exitoso comercialmente es con información: entendiendo la capacidad de pago, la capacidad de tiempo libre, las necesidades específicas de acuerdo a la edad, con un respaldo cultural y conductual de la población específica a la cual irá dirigido el producto.

Si alguien te dice que encontró a un “outlier”, ahí no es. 


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